El Tajo
(cuento)
El puño arremete a la altura de la mejilla. Los nudillos se estrellan en la blanda piel, aplastándola, machacando la dermis contra el hueso del pómulo. La epidermis vibra descontrolada, despresurizándose, pero revienta, y se rasga como la ropa vieja, abriendo un tajo, un surco carnoso. Y mientras la piel alrededor de la abertura se abulta y amorata, la sangre mana como el magma por aquella malévola sonrisa jugosa de rojo.
(cuento)
El puño arremete a la altura de la mejilla. Los nudillos se estrellan en la blanda piel, aplastándola, machacando la dermis contra el hueso del pómulo. La epidermis vibra descontrolada, despresurizándose, pero revienta, y se rasga como la ropa vieja, abriendo un tajo, un surco carnoso. Y mientras la piel alrededor de la abertura se abulta y amorata, la sangre mana como el magma por aquella malévola sonrisa jugosa de rojo.
Abril 2, 2006/Mayo 12, 2006
No comments:
Post a Comment