Acúsame
por: Joel
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Cuando a las paredes le brotaron ojos oscuros y góticos, con el delineador marcando más aún ese blanco que envuelve las pupilas, te pusiste a temblar. Las cuatro paredes te observaban, junto al piso, junto al techo. Doce ojos. Te miran. Te ignoran. Vibran. Lagrimean. Sus cercanías te hacen explorar sus imperfecciones, que son a la vez sus perfecciones. Las cristalinidades de los iris. Las estelas de colores como las vetas de las canicas. Un ojo tiene una pajita, y parpadea; las pestañas agitan el aire. Te soplan. De pronto huele a químico de revelar fotos. Pones un pie en el piso; sientes la frágil acuosidad de un ojo, y sientes el párpado capturarte el pie. Los ejes de visión se tornaron directos a tí. En aquella cámara oscura te aíslan. Radiografían. Topografían. Sonografían. Fotografían. Te hurgan los huesos. La sangre. El oxígeno que traes dentro. Observan tus neuronas y la electricidad que se desplaza por tus pelos. Tu cuerpo te sacude. Te ven tus pensamientos. ¿Qué ocultas? Te preguntan. ¿Qué ocultas? Y en un lapso mínimo de lúcida inteligencia, guardas silencio, sonríes y los señalas.
2 comments:
:D
Está bien tripioso, las imágenes del cuento, es como si la víctima estuviera flotando en algo y de momento se pone de pie y el piso es líquido. Bien extraño.
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