Tuesday, April 03, 2007

Una guitarra y un violín en vivo

Ayer por la tarde, cuando me bajé del tren en Deportivo, dos muchachos estaban esperando a que los fueran a buscar. Yo no tenía ganas de caminar hasta mi casa, así que también estaba esperando que me fueran a buscar.

Veo que los muchachos tienen unos estuches de instrumentos. De pronto, uno de ellos saca la guitarra de uno de los estuches. Y el otro le sigue con un violín. Y yo me dije: eah, estos van a practicar aquí ahora, a ver cómo suena. Tengo que decir que el violín es uno de los instrumentos que mejor suena, con esto quiero decir que es uno de mis favoritos (porque el piano está ahí peleando por el lugar). De repente ell de la guitarra empieza a tocar unos acordes, como si la tocara desde la vida pasada. Eran esos acordes cortitos que se tocan para encontrar las notas correctas (si han escuchado ensayos de alguna banda o instrumentos sabrán lo que digo). Entonces, resulta que el del violín toca los mismo acordes en el violín. Una cosa maravillosa. Cómo el otro pudo encontrar los mismos acordes en un instrumento totalmente diferente. Con esos dos segundos que tocó en violín me estremecí. Es como cuando uno va a una iglesia de esas non-denominational (Dios me libre de volver a una) donde la gente empieza a gritar y a llorar cuando la música está tocando... que a uno como se le infla el pecho; o cuando uno va a un concierto y la banda toca tu canción favorita en vivo y todos los sonidos resuenan en los acústicos del escenario y entre tus oidos; o como cuando la música es tan efervecente y omnipresente que no puedes hacer otra cosa que dejarte llevar.... Pues algo así sentí, y eso, que uno simplemente le contestó al otro.

Pero entonces viene lo mejor... aunque es tan difícil describir la música... Resulta que los techos de las terrazas de la estación deportivo son bastante acústicos y aguantan la música y la acarrean por los rincones. Entonces el de la guitarra comenzó con un son baladoso, raspando las cuerdas, halando unas cuantas otras, con una magistral habilidad, subiendo y bajando la mano por el mango de la guitarra, haciéndola sonar con melodiosa armonía. Pero, entonces le entra el del violín, y marrrdita sea, yo quiero tocar un violín (o cualquier instrumento). El violín ese suavizó los acordes de la guitarra. Era un dúo hecho a la perfección. No tocaron una pieza completa, sino como unos treinta segundos. Pero aquello era magistral. Entonces, el del violín desentonaba, pero el de la guitarra le tocaba las notas en su instrumento, y el del violín se los traducía en el suyo. Para eso hay que tener un oído súper sincronizado. Demás está repetir que de escucharlos me dio envidia, además de que me dio una alegría brutal. Es que escuchar un instrumento como el violín, que está tan plagado de elitismo, en la estación del tren es una oportunidad sin precedente. Y escuchar un violín espontáneo, que comete errores, pero que cuando quiere suena bien, acompañado de una guitarra... es un par inescapable. Demás está decir que hasta se me aguaron los ojos un poco, porque cará, sonaban lindo, aunque fuera por unos segunditos.

3 comments:

La Caribeña said...

Bueno, aunque seas un ateo y te den alergia las iglesias, por casa, los domingos a las siete de la noche hay una misa donde tocan violín y guitarra en todas las canciones y es una misa preciosa. Si gustas ir, me avisas.

XD

C said...

brutalmente preciosos-un violin magistralmente desentonado pero acustico, con una guitarra llorona!. Eso es como si fuera una composición de música DADA, con el perdón de los músicos....eso fue surreal

Natz said...

Esos nenes probablemente van a la escuela que yo fuiiii!!!!!

Que viva La Libre de Musica!

Queda super cerca de una de las estaciones del tren y muchos chamac@s lo usan pa llegar a Bayamon.

Y es verdad, muchos les arrancan las lagrimas a uno. ^_^